La toma de protesta de Claudia Sheinbaum como primera presidenta de México estuvo marcada por su histórico ascenso al poder, pero también por gestos que han generado un intenso debate en redes sociales entre ellos el momento en que Sheinbaum se inclinó y dio un beso en la mano del senador Manuel Velasco Coello, una figura clave en la sobrerrepresentación electoral del oficialismo y un personaje controvertido en la política mexicana.
El beso en la mano de Manuel Velasco, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), ha sido interpretado por muchos como un acto simbólico que refleja las alianzas políticas que facilitaron el ascenso de Sheinbaum a la presidencia. A pesar de ser un actor importante en la política nacional. Velasco ha enfrentado duras críticas por su gestión como gobernador de Chiapas y por su cercana relación con el oficialismo.
Velasco, quien se atribuye haber aportado cinco millones de votos del PVEM en apoyo a Sheinbaum, es una figura polarizante. Mientras que sus alianzas estratégicas con Morena han sido clave para los triunfos electorales, en Chiapas su gestión ha sido cuestionada, y en redes sociales las reacciones al gesto de Sheinbaum no han sido favorables. Muchos usuarios han expresado su descontento, señalando que la presidenta no debería rendir un gesto de deferencia a un político tan controvertido.
El gesto ha generado una ola de comentarios críticos en plataformas como X (antes Twitter) y Facebook. Entre las opiniones más recurrentes, los usuarios han mostrado su sorpresa y rechazo ante el beso en la mano de Velasco. “Este gesto es más simbólico de lo que parece”. Comentaron algunos, mientras que otros interpretaron la acción como una muestra de las “viejas alianzas políticas” que aún dominan el panorama.
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Algunos comentarios más ácidos sugieren que estas acciones ponen en duda la independencia de la nueva presidenta respecto a las figuras clave que la apoyaron durante su campaña. Otros ven en el beso un reconocimiento tácito a la importancia de Velasco en la coalición que llevó a Sheinbaum a la presidencia.
El día de la toma de protesta también estuvo marcado por otro gesto significativo. El expresidente Andrés Manuel López Obrador, en un acto de profundo respeto y cariño. Saludó a la diputada Ifigenia Martínez con un beso en la mano y en la frente antes de colocarle la banda presidencial a Claudia Sheinbaum. Martínez, una de las figuras históricas de la izquierda mexicana y una de las impulsoras de la “Cuarta Transformación”. Fue la encargada de entregar la banda presidencial a Sheinbaum, en un acto cargado de simbolismo político.
A diferencia de la controversia generada por el gesto hacia Velasco, el beso de AMLO a Ifigenia Martínez fue visto como una muestra de afecto y reconocimiento a su papel en la política mexicana. Este gesto fue interpretado como un homenaje a su larga trayectoria y su contribución a los principios que ahora Sheinbaum hereda como presidenta de México.
Manuel Velasco ha sido un aliado estratégico para Morena desde las elecciones que consolidaron la sobrerrepresentación electoral del oficialismo. Su liderazgo dentro del PVEM, junto con su habilidad para movilizar votantes, ha sido determinante en el apoyo a las políticas de la Cuarta Transformación. No obstante, su figura sigue siendo objeto de controversia, especialmente por su gestión en Chiapas y su cercanía con personajes clave del círculo de López Obrador.
Por otro lado, el gesto de López Obrador hacia Ifigenia Martínez refleja el reconocimiento a una de las figuras más influyentes en la izquierda mexicana. Martínez ha sido una referente para Morena y su papel como presidenta de la Cámara de Diputados en este histórico evento fue de gran relevancia.
La toma de protesta de Claudia Sheinbaum ha dejado varios gestos simbólicos que marcan las alianzas y reconocimientos dentro del nuevo gobierno. Mientras que el beso en la mano de Manuel Velasco ha desatado una ola de críticas e interpretaciones sobre el poder de las alianzas políticas en México. El gesto de AMLO hacia Ifigenia Martínez fue recibido como un tributo a su legado en la izquierda. Estos momentos reflejan la complejidad del panorama político que Sheinbaum deberá navegar como presidenta.