La península de Reykjanes, en Islandia, ha sido testigo de una erupción volcánica, dejando tras de sí una serie de sismos y evacuaciones. Exploramos los detalles de este suceso y su impacto en la región.
Ante signos de actividad sísmica en la península de Reykjanes, el mes pasado en Islandia se declaró estado de emergencia, pues ya se anticipaba una posibilidad de una erupción volcánica.
LEER TAMBIÉN: ¿Hay vida en Marte? Nuevos descubrimientos de la NASA
Este lunes, tras una serie de sismos, un volcán en Reykjanes hizo erupción, confirmando los temores previos. Analizamos cómo estos eventos llevaron a la evacuación de Grindavik.
Con el análisis de los servicios meteorológicos, se reveló que el magma, acumulado a unos cinco kilómetros de profundidad, se acercaba a la superficie. El desplazamiento fue lo que causó cientos de sismos, precursor de la erupción.
Aunque la erupción continúa, las autoridades informan que la actividad volcánica parece estar disminuyendo.
Expertos consideran que la erupción actual, catalogada como “fisural”, no implica riesgos significativos para la población. Sin embargo, alertan sobre la posible afectación de la calidad del aire debido a emisiones de dióxido de azufre en los kilómetros a la redonda.
Aunque la erupción en Islandia parece preocupante, todo apunta a que se encuentra bajo control.
Las autoridades instan a la población a mantenerse alejada de la zona afectada y siguen monitoreando la evolución del fenómeno.