La reciente ratificación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) sobre las reformas estatutarias del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que permiten la reelección de Alejandro Moreno Cárdenas como presidente de la organización, ha desencadenado reacciones internas y una crisis política dentro del partido. Entre las respuestas más destacadas, Manlio Fabio Beltrones, ex presidente nacional del PRI y una figura influyente en la política mexicana, anunció su decisión de desvincularse de las labores y acciones de la actual dirigencia priísta. Este movimiento, que refleja una profunda división interna, plantea interrogantes sobre el futuro de uno de los partidos políticos más antiguos del país.
Por medio de un comunicado en redes sociales, Manlio Fabio Beltrones, quien ha sido miembro del PRI durante cinco décadas y fue gobernador de Sonora, declaró su intención de distanciarse de las decisiones y la dirigencia de Alejandro Moreno. En su mensaje, Beltrones expresó su preocupación por la dirección “reeleccionista” que, según él, está tomando el partido, a la que acusa de haber abandonado “los ideales de democracia y justicia; inclusión y renovación”.
El ex presidente priísta manifestó: “He tomado la decisión de separarme de los trabajos y deslindarme de las acciones de la dirigencia del Partido”. Agregó que esta línea de acción podría llevar al PRI a un deterioro significativo, donde sus intereses podrían quedar “expuestos al manejo exclusivo de una sola persona”.
Beltrones también criticó abiertamente el fallo del TEPJF, calificándolo como una “torcida interpretación de la legalidad” que, en su opinión, atenta contra el sentido común y afecta gravemente la cohesión del partido. La resolución del Tribunal no sólo permitió la reelección de Moreno, sino que también intensificó la polarización dentro del PRI, evidenciando una clara fractura entre la dirigencia actual y miembros influyentes como Beltrones, que han cuestionado abiertamente el liderazgo.
Esta decisión judicial, además de permitir la reelección de Moreno, refuerza una corriente dentro del partido que favorece la centralización del poder, lo que algunos militantes consideran incompatible con los valores históricos del PRI.
Tras su reelección, Alejandro Moreno lanzó críticas directas contra los ex presidentes del PRI que se opusieron a su continuidad al frente del partido, mencionando explícitamente a Beltrones. Moreno, conocido como “Alito”, aseguró que existen procesos de expulsión solicitados por militantes en contra de aquellos ex presidentes que impulsaron impugnaciones, dejando claro que el partido no tolerará disensiones.
En una señal de poder y control sobre el aparato partidario, Moreno excluyó a Beltrones de la bancada del PRI en el Senado antes del inicio de la actual legislatura, marcando su dominio sobre el partido y su rechazo a la disidencia interna.
La situación actual plantea serias preguntas sobre el rumbo del PRI. Las declaraciones de Beltrones, quien advierte que el partido “queda a la deriva y carece de futuro y de congruencia”, reflejan una crisis de identidad y dirección en un partido que alguna vez fue un pilar del sistema político mexicano. Para Beltrones y otros críticos, la reelección de Moreno simboliza un alejamiento de los principios tradicionales del PRI, lo cual podría profundizar la división y debilitar aún más al partido.
Este escenario se da en un contexto de pérdida de poder e influencia para el PRI, que en las últimas décadas ha visto una disminución considerable de su base de apoyo y representación política en el país. La centralización del poder en la figura de Moreno podría alienar aún más a los militantes y mermar las oportunidades del partido en próximas elecciones.